¿Cuántas canciones escuchamos en nuestro día a día sin saber que su origen se remonta a la literatura?

Mes: noviembre 2018

Años 80

LOBO HOMBRE EN PARÍS

Rafa Sánchez (voz), Luis Bolín (bajo), Mario Martínez (guitarra) e Íñigo Zabala (teclados) formaron, a finales de 1982, el grupo español de rock y new wave La Unión. En su primera etapa, esta agrupación estuvo caracterizada por componer únicamente temas instrumentales, los cuales, después, fueron enriquecidos con voz. La música de La Unión rápidamente se hizo notar no por la influencia y similitud que tenía con la anglosajona —como ocurría con varias bandas de rock en español del momento—, sino por las constantes referencias cinematográficas y literarias que contenían sus temas, lo que hacía de sus producciones algo fuera de lo convencional. A lo largo de su carrera, esta banda acumuló un sinnúmero de canciones que comparten estas características, pero la más famosa e icónica es Lobo hombre en París.

Rafa Sánchez y su banda hicieron de esta canción su mayor éxito gracias a un efectivo video musical y una romántica historia literaria. Lanzada en 1984, Lobo hombre en París tuvo como fuente de inspiración el cuento «El lobo hombre», del escritor francés Boris Vian, que en esa época era muy leído y el cual cayó en manos del vocalista en el libro Los perros, el deseo y la muerte. Una vez leído, el cuento les pareció tan genial que creyeron que era un tema perfecto para convertirlo en canción.

Este sencillo fue incluido en el álbum Mil siluetas, su primer disco producido por wea Records, ahora Warner Music. Fueron muchos los singles que alcanzaron el éxito, pero ninguno como Lobo hombre en París, que llegó al número 1 de las listas de popularidad, en el que permaneció por nueve semanas consecutivas. Esta canción —que se insertó en el pleno boom del movimiento que se conoció como la «Movida Madrileña»— musicalmente es un new wave muy siniestro y oscuro, cuyo videoclip, muy bien elaborado, fue basado en el filme Casablanca.

El cuento narra la historia de un lobo que es un fanático y fiel seguidor del hombre. Y no porque deseara comérselo, sino porque anhelaba ser uno de ellos. Este lobo, llamado Denis, cada noche de luna llena se encamina a París para coleccionar objetos de uso cotidiano del humano: ropa, utensilios, libros, joyería… En fin: todo aquello que tuviera que ver con los hombres. Pero su fanatismo no acaba ahí: Denis espía continuamente a las parejas que llevan su romance a los lugares más escondidos de la ciudad del amor. Una noche, mientras hace su ronda nocturna habitual, es visto por un mago —el mago del Siam, dice la canción— que seducía a una chica. El lobo, al percatarse de que es visto, trata de huir, pero le es imposible: el mago lo alcanza y le da una gran mordida. A partir de ese momento, Denis ya no es el mismo y —a diferencia de la clásica leyenda del hombre lobo— cada noche de luna llena se convierte en hombre. Denis decide aprovechar esto y se propone cortejar a una dama; sin embargo, comete un error: elige a la equivocada. Después de haber pasado la noche con su conquista, a la que había conocido en un restaurante —o bar, según la versión que se quiera atender—, pretende irse con la mayor naturalidad, pero le piden el pago por los servicios brindados. Denis se niega y trata de escapar, pero al salir se encuentra con tres «amigos» de la mujer, a los que se enfrenta y derrota, aunque también sale herido.

Al observar que comienza a atardecer, Denis abandona la ciudad, mientras regresa a su forma natural. Cuando por fin la recupera, se da cuenta de que ahora es un lobo con problemas humanos, y la tranquilidad de la que gozaba siendo lobo se ha visto interrumpida por todo el peso de la humanidad. Se da cuenta de que la esencia humana, que ahora corre por sus venas, lo ha llevado a concebir el peso existencial que conlleva ser un hombre.

Años 70

GETSEMANÍ

Ha habido algo que nunca nadie ha podido discutir de Camilo Sesto: su voz. Basta comparar el delicado inicio de Getsemaní, de la ópera rock Jesucristo Superstar (1975), con su posterior arranque en falsetto, en el mismo tema, para comprobar su variedad de registros. Visto ahora, cabe preguntarse qué necesidad tenía Camilo Sesto de jugársela con este musical. En noviembre de 1975 ya era un ídolo indiscutible, y aun así se empeñó en poner en cartel la ópera rock de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice en un país donde la unión de música y teatro seguía asociándose con la zarzuela. Camilo fue, además, el productor del montaje, lo que significa que sufragó los gastos de su bolsillo. Y por otra parte estaba la temática: la supuestamente irreverente idea de un Jesucristo demasiado moderno provocó que grupos de ultraderechistas trataran de boicotearla. Pese a todo, y con un elenco espectacular (Ángela Carrasco como María Magdalena; Teddy Bautista en el papel de Judas), el musical, durante los cuatro meses en los que actuó Camilo, fue un rotundo éxito.

Años 60

CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR
 
Si hay un disco representativo de lo que podríamos llamar la poesía cantada ése es sin duda por sus cualidades intrínsecas y su popularidad Dedicado a Antonio Machado de Joan Manuel Serrat. El cantautor catalán obró el milagro y llevó hasta horizontes insospechados las propuestas precursoras de Alberto Cortez o de Paco Ibáñez. La primavera del año 1969 es testigo de este disco prodigioso y arriesgado en el que Serrat logró hacer suyos los versos del poeta sevillano.
Son doce las canciones que conforman el disco, once sobre textos de Antonio Machado y una que Serrat escribe en homenaje al poeta. La mayoría de los poemas proceden del libro Campos de Castilla. Es el caso de “Cantares”, “Retrato”, “Llanto y coplas”, “La saeta”, “Del pasado efímero” “Españolito” y “A un olmo seco”. Solo tres poemas proceden de Soledades. Galerías. Otros poemas: “Guitarra del mesón”, “Las moscas” y “He andado muchos caminos”. No hay ningún poema que provenga de Nuevas Canciones (1917-1930) aunque uno de los proverbios y cantares de este libro (“Todo necio/ confunde valor y precio”) será citado por Serrat en la canción “Soneto a Mamá”.

Por poner un ejemplo, Serrat recita el cantar número treinta y nueve, una  silva arromanzada en la que queda muy patente la obsesión de Antonio Machado por el camino. De aquí nacerá el posterior estribillo de la canción (“Caminante no hay camino/ se hace camino al andar”) unido al poderoso y serratiano golpe a golpe/ verso a verso:

Caminante, son tus huellas

el camino y nada más,

caminante no hay camino

se hace camino al andar.

Al andar se hace camino

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar,

caminante no hay camino,

sino estelas en la mar.

“Cantares” es fiel reflejo de la poética machadiana, de su fuerza comunicativa que Serrat comprendió a la perfección. Las modificaciones a las que somete a los poemas originales son mínimas. En ningún caso quiebra la métrica del poeta aunque sean inevitables las mudanzas estróficas transformando las silvas en coplas y quintetos.

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